Cuando uno se enamora, siente mariposas en el estómago, un cosquilleo que también lo podemos sentir cuando estamos nerviosos antes de alguna situación importante. Muchos hemos situado y relacionado el origen de la felicidad en el corazón. Somos seres sintientes y con mil emociones que experimentamos día a día, pero lo cierto es que las emociones no provienen del corazón, sino del intestino.

Las emociones son reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos de una persona cuando percibe un suceso o cualquier objeto o recuerdo importante. Desde el punto de vista psicológico, las emociones alteran la atención, cambiando nuestra conducta ante determinados sucesos. Por otro lado, desde el punto de vista fisiológico, las emociones logran desencadenar, de forma muy rápida en nuestro cuerpo, miles de reacciones bioquímicas y respuestas de distintos sistemas biológicos, como las expresiones faciales, los músculos, la voz, el sistema nervioso y endocrino, que son los que más destacan en este proceso.
Un equipo de científicos de la Universidad de California en Los Ángeles de Estados Unidos, ha identificado una región del intestino poblada por muchos microorganismos, denominada microbiota intestinal, con importantes interacciones en el cerebro que se asocian con el estado de ánimo y el comportamiento como se explica en su artículo. Lograron identificar en humanos sanos un vínculo entre la microbiota intestinal y la actividad del cerebro emocional. Para esto, los científicos buscaron las características cerebrales y conductuales de mujeres sanas agrupadas por perfiles de microbiota intestinal. De esta forma, 40 mujeres suministraron muestras fecales para su perfil y se realizaron pruebas de imágenes de resonancia magnética de sus cerebros mientras veían fotos de individuos, actividades o cosas que evocaban respuestas emocionales.
Las mujeres se separaron en base a la composición de su microbiota intestinal, específicamente se formaron dos grupos: en el primero, 33 mujeres tenían más de una bacteria llamada Bacteroides; y en el segundo, las 7 restantes, presentaban la bacteria Prevotella.
El primer grupo (Bacteroides) presentaron un mayor espesor de la materia gris en la corteza frontal y la ínsula, regiones cerebrales involucradas en el procesamiento complejo de la información. También tenían volúmenes más grandes del hipocampo, región del cerebro que se relaciona con la memoria.
El otro grupo (Prevotella), tenían más conexiones entre las regiones emocionales, atencionales y sensoriales del cerebro, con volúmenes inferiores del cerebro en varias partes, como el hipocampo. Presentaron niveles más altos de sentimientos negativos como ansiedad, angustia e incluso irritabilidad, tras contemplar las mismas fotos con imágenes negativas que el primer grupo.
Los investigadores advierten que estos resultados deben interpretarse con cautela, ya que son resultados asociativos y no causales. Sin embargo, estos hallazgos confirman la interacción del cerebro con la microbiota intestinal en personas sanas. De esta forma, al estar enfermos, perdemos gran parte de nuestra microbiota intestinal, proceso llamado disbiosis, lo cual genera diversas consecuencias, entre ellas cambios en nuestras emociones.
Disfruten su tarde y recuerden que being a scientific was too mainstream.
Que interesante… Creo que las emociones se expresan en cada uno de nuestros órganos. Yo siempre estoy con dolores de fibromialgia y neuralgia al trigemino. Pero bueno son años.
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Opino igual que tu María Alejandra, las emociones se viven y se sienten en cada uno de nuestros órganos, cada emoción es única y hay que vivirla al máximo. Te envío un abrazo gigante!
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La mente y el cuerpo están estrechamente conectados. Muy buen artículo!
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Así es, somos un sistema altamente interconectado, nuestro cuerpo y mente son un universo de sensaciones. Un abrazo grande.
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